“Tengo que desaprender y
olvidarme de hacer
lo que ciertas personas hacen
por pura ambición”.
Fantoches. Desaprender.
Por Javier Hernández El Abuelo
Twitter: @abuelo_11
#TolucaBrava
El plan para el último viernes del año: reunión con
los amigos, cerveza, música en vivo y una noche endiabladamente fría.
La cita era a las ocho de la noche, en algún punto de la colonia Universidad,
con un cartel que sonaba bastante agradable, y que conjuntaba experiencia y
juventud; la promesa para pasar una velada inolvidable. Empezarìan los Mes 13,
seguidos de Pedro Sandoval full band, y para cerrar, Fantoches, quienes
poco a poco se han convertido en una de las bandas consentidas de Toluca.
Para mi desgracia, no pude llegar a ver a los Mes
13, se me hizo bien pinche tarde y me los perdí; espero volver a tener la
oportunidad de verlos pronto.
Eran las once cuando llegué, se estaban afinando
los últimos detalles para que Pedro Sandoval saliera a demostrar el porqué es
considerado uno de los artistas independientes más importantes de la capital
mexiquense, ya que cuenta con más de veinte años de carrera artística. Acompañado
de Panchito Tejeda, Abraham Yacaman y Rafael Figueroa, viejos conocidos de la
ciudad, interpretaron temas clásicos para que los asistentes disfrutáramos de todas
sus canciones, y hasta se dieron un tiempo para echarse un palomazo con Maribel
Cortés, interpretando Volar en tu cielo, que le dio un significado especial
a la noche por lo que representan este tipo de colaboraciones para la música alternativa.
¡Duró casi una hora su mítica actuación!
Poco después de la medianoche, subieron al
escenario Fantoches, banda que más ruido han estado haciendo en los últimos
años, ya que se han dedicado a trabajar para hacer mejor lo que es más importante:
tocar, y eso lo ha recibido el público de muy buena manera.
Fue entonces cuando toda la gente entró al lugar y
no paró de bailar y cantar cada uno de los grandes clásicos de la banda. Entre las
canciones más solicitadas estuvo Amigos del barrio, convertida ya en un
himno a la hora de las despedidas y que ha adquirido un significado muy
especial para muchas personas. En mi caso, cada vez que la escucho me recuerda
las palabras de Bruce Springsteen en su libro autobiográfico Born to run:
“Mi
voz jamás iba a ganar un premio. Mi acompañamiento a la guitarra acústica era
rudimentario, lo que me dejaba sólo las canciones. Las canciones iban a tener
que ser la bomba. Pensé que en el mundo abundan los buenos guitarristas, muchos
de ellos iguales o mejores que yo, pero ¿cuántos grandes autores de canciones
había?”. Se rifo Fausto autor de la canción.
Resultó muy interesante apreciar la nueva dinámica
de retomar eventos que ya se hacían antes, llevados ahora al interior de casas
abandonadas, terrenos baldíos y plazas públicas, ya que en muchas ocasiones esto
representa la única oportunidad para bandas y músicos independientes de poder actuar
ante un público, que es, a fin de cuentas, lo que quieren, pues
desgraciadamente cada vez es más difícil encontrar espacios donde llevar a cabo
sus tocadas.
¿Qué
mueve a las bandas para organizar este tipo de eventos? ¿La juventud? No creo,
pues la mayoría de quienes tocaron ya están a punto de sacar cita para el
examen de la próstata; ¿las inmensas fortunas que se amasan por vender cerveza
tibia? No hubo tanta gente como para que nos imaginemos eso; además, si fuera
tan buen negocio, el pinche capitalismo depredador ya nos lo hubiera quitado. En
una ciudad tan pequeña, cada vez es más difícil organizar eventos alternativos.
Sería
ridículo tratar de analizar a profundidad la escena musical de la ciudad en la
crónica de un pequeño concierto de fin de año. Sin embargo, eventos como este podrían
convertirse en el detonante para que las bandas continúen organizándolos y que
la gente se vaya involucrando poco a poco con la música de la ciudad.