lunes, 13 de agosto de 2018

SUSSIE 4: UNA MÁQUINA VIVIENTE DE SONIDO







Letras de Reserva

Por Adriano Alarcón

A Pau y su incesante baile

(Foto Sussie 4)

Aún tengo el pulso y el ritmo en los oídos. Lo que pretende ser una reflexión un tanto atinada surgió cuando acodado sobre la barra del foro Landó, pedí con urgencia un par de cervezas frías y entonces  recordé  un par de sentencias que rezan: “El baile es la expresión vertical de un deseo horizontal legalizado por la música” y “I am a Dj. I am what i play”. La primera y muy atinada reflexión es autoría del irlandés George Bernard Shaw, le sigue  un fragmento de la rola Dj, de David Bowie.
Lo anterior querido lector viene a cuento  porque (si me lo permite) quiero plantearle una pregunta;  ¿Recuerda esas fiestas donde se atreve a desvestir la vergüenza y le pone vitaminas al baile, que más bien se convierte en un perfomdance? Pues así sucedió la noche del viernes 11 de agosto en lo alto de la ciudad de Toluca.
Sussie 4, el dúo oriundo de Guadalajara, que surgió hace 20 años, aterrizó en el terreno rojo,  un par de chamanes místicos que pusieron su talento al servicio de la causa, supieron conducir bajo la influencia de la música y la cerveza fría,  el ritual por el que no dejaron de sonar los beats huracanados. Tomaron el control de aquella reunión –de Tolucos-  cuasi pagana, disparando ritmos tropicalosos,  híbridos, transculturizados y debidamente repetitivos. Para nada tibios. Los patrones rítmicos y bailables, provocaron que yo anduviera ejerciendo con soltura y sin ningún temor al ridículo,  el jarabe tapatío con ritmo tribal, dando ligeros brinquitos para evitar deshacer la cadera, como invocando la lluvia.



En algún momento de lucidez, pude notar que el foro se desbordó un  furor eléctricoreligioso inundó un fragmento de Toluca y una ola frenética -de Tolucos-  se entregó a sus instintos  primitivos, incendiarios de baile y adoración… sin blandenguerías. ¡Una especie de calistenia anímica! No me cansé de repetírselo a Pau.
Recuerdo que en la segunda mitad de la década de los 90 (tal vez antes) hubo un exceso de entusiasmo, en la radio, en los medios impresos, en la voz de una generación que tuvo la firme convicción en los sonidos del futuro…en la música “electrónica”. Lo llamaron la evolución del rock, y no lo sé de cierto pero agradezco que la música en cualquiera de sus ritmos y manifestaciones siga siendo un impulso utópico de negación a la vida cotidiana.
Y esto querido lector, no es una opinión totalitaria, sólo trata de ser la evidencia de una noche finita en lo alto de la ciudad, del terreno rojo.
¡Bienvenidos todos los ritmos que provocan sexaciones!

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